Virtudes:
Son disposiciones habituales y firmes para hacer el bien, que por medio de nuestra inteligencia y voluntad regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según nuestra razón y la fe. La persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. Con la vivencia de las virtudes humanas y cristianas conquistamos una personalidad equilibrada y madura, cordial y llena de amor a Dios y a quienes viven a nuestro lado.
Valores:
Son los diversos bienes objetivos a los que el hombre aspira perfeccionándole como tal y que tienen su fundamento en Dios, pues el bien objetivo que nosotros no creamos, sino que reconocemos o descubrimos en la realidad, nos permite construir un mundo más cristiano, más justo, más solidario, más feliz, en todos los niveles: personal, familiar y social.
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